Recomendaciones básicas sobre la manera de comer

  • Fraccionar la comida total del día en 4, 5 o 6 comidas pequeñas a lo largo del día: tener previsto comer cada 3 o 4 horas  
  • No picar entre horas, (no dejarse confundir con las sensaciones de sueño, aburrimiento, cansancio o nerviosismo con el hambre). No ir a hacer la compra con hambre. 
  • Entre las comidas planificadas sí es importante beber agua. Recordemos que “picar” significa comer algo no previsto en el plan de alimentación del día, que en general tiene un componente impulsivo que nos lleva a comer cosas azucaradas, grasas y demasiado saladas. 
  • Cortar e introducir trozos pequeños de alimentos en la boca y masticarlos bien. Esto creará más sensación de saciedad y mejorará nuestra digestión. 
  • Entre bocado y bocado, dejar los cubiertos en la mesa. Podemos aprovechar para colocar nuestro cuerpo correctamente en la silla, con postura erguida y elegante, que nos ayudará a mantener la espalda sana y crear espacio abdominal para que nuestros órganos de la digestión funcionen adecuadamente. 
  • Comer en platos pequeños. Con este método las raciones son más pequeñas, y nos tenemos que levantar o esperar algo de tiempo si queremos repetir la ración, con lo que aumenta el tiempo para sentir saciedad. También sobrará menos comida si utilizamos raciones más pequeñas, porque calcularemos mejor, y ya conocemos que a mucha gente nos sienta mal psicológicamente tirar o dejar la comida en el plato…  
  • Servir toda la comida en los platos y mirarla junta (primer plato, segundo plato y postre) y retirar las fuentes. Aunque se enfríe el segundo plato, servirá para conocer y controlar la cantidad total ingerida.  
  • Esperar 5 minutos entre plato y plato. 
  • No hacer actividades mientras se come que atraigan mucho la atención (leer periódico, ver la TV, charlar acaloradamente…). Si tenemos que comer en ese contexto, tenemos que tener en cuenta que al repartir la atención entre varios asuntos, le dedicamos menos atención al control sobre la comida, y tendemos a comer de más, incluyendo las calorías del alcohol de la cerveza, vino… También la percepción de saciedad disminuye. 
  • Tomar fruta de postre, al menos una pieza. Mejor si el postre es sólo compuesto por fruta. Si va a haber otro postre, no a abrir o empezar el otro (flan, arroz con leche, chocolate, trozo de bizcocho…) hasta haber terminado la pieza de fruta. Si el segundo postre podemos taparlo con algo, aunque sea una tapa transparente o un film de plástico, este efecto de barrera nos ayudará a renunciar a esas últimas calorías y tener una digestión más ligera. 
  • Recoger la mesa al acabar de comer (se evita traer otro postre más a la mesa y se empieza a hacer algo de actividad física). 
  • Incluir en la planificación de la alimentación la planificación del ejercicio, para que podamos integrar en nuestro horario ambos factores y se integren para equilibrar favorablemente nuestro balance energético.

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