Dejar de fumar es beneficioso porque desde el primer día en que se deja de consumir
tabaco el organismo comienza a regenerarse.
Los daños que pudieran haber ocurrido por haber fumado mejoran por lo menos
parcialmente cuando se abandona el tabaco. Y aparte de la salud física, también se
obtienen mejorías desde el punto de vista psicológico. Porque mejora el autocontrol y
el nivel de ansiedad, sin olvidar el aspecto económico, ya que al dejar de fumar una
persona recupera capacidad adquisitiva. Si en dinero liberado del gasto en tabaco se
dedica a algo que aporte ocio activo, es decir más actividad física con diversión, o
bienestar psicológico porque se tengan más recursos para solucionar los problemas
del día a día, entonces es evidente que el factor económico influye para llevar una vida
más saludable.
Por una parte, el efecto dañino del tabaco es acumulativo: se está peor cuanto más
se haya fumado en la vida. Y por otro lado, el efecto beneficioso de dejar de fumar
también aumenta con el tiempo: cuanto antes se deje de fumar, es decir, cuanto más
tiempo se lleve sin fumar, mayor efecto positivo habrá para la salud (primero se
frenará el deterioro y el envejecimiento precoz, después se recuperan y mejorar
funciones biológicas vitales).
Dejando de fumar el riesgo de enfermedad se va reduciendo progresivamente con el
paso del tiempo (varios años) hasta que se hace similar al de los que nunca han
fumado.
También una persona que tiene una enfermedad leve o grave, y además es fumadora,
si esa persona deja de fumar tendrá siempre un pronóstico de su enfermedad
más favorable tanto en calidad como en cantidad de vida.
EN RESUMEN, NUNCA ES DEMASIADO PRONTO NI DEMASIADO TARDE PARA
DEJAR DE FUMAR.
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